– ¿Cómo vas tío?

+ Puf… Estoy acojonado la verdad.

– Al mar hay que tenerle respeto, no miedo.

Eso me decía mi amigo Fran 10 minutos antes de soltar amarres en Atlantic City hace 20 días. Hoy, 40 rotaciones de guardia después, estamos a punto de atravesar las Islas Cíes y enfilar la ciudad de Vigo. En este tiempo lo hemos pasado mal, regular y sobretodo bien, pero lo más importante es que hemos sabido sacarle la risa a todo. Nos hemos mantenido firmes, nos hemos respetado y hemos respetado al mar. Se comenta que hasta hemos madurado.

Han sido 20 días de un aprendizaje continuo. El Galeón se ha convertido en una clase con velas en las que los profesores salían por las esquinas. He tenido la suerte de disfrutar en mi guardia de gente que sabe muchísimo, y lo mejor es que saben muchísimo de todo. Astronomía, historia, navegación, meteorología, política y mil materias más de las que se aprende a diario a bordo. Son incontables las veces que cuando me mandaban a hacer una tarea, respondía: “Pero yo no sé hacer eso” y lo que venía después era un “Bueno pues vas a aprender hoy”. Eso es algo que no se puede decir de cualquier sitio y que se debe fundamentalmente a las personas que hay aquí.

Soy consciente de que no soy el único que puede decir eso, porque el que no ha aprendido algo de lo que he dicho, por lo menos ha aprendido a hacer el cubo de Rubik, que también está muy bien.

Como decía, ha habido días de todos los colores. Literalmente. El Atlántico nos ha enseñado todas sus caras y hoy podemos decir que las hemos superado todas con éxito. Es por ello que continuamente venían a mi mente las travesías que nuestros compatriotas hacían siglos atrás de las que no cabe otra cosa que sentirse orgulloso. Sin motor, partes meteorológicos, radar, GPS o cualquier otra comodidad de las que disfrutamos a bordo. Solo llenos de un enorme conocimiento del mar y de la navegación. Son cosas de las que no se es consciente hasta que uno se para detenidamente a pensarlas, y afortunados nosotros de que todos aquellos que lograron las mayores hazañas de la historia de la humanidad como el descubrimiento de América o la posterior vuelta al mundo defendían y honraban la misma bandera que nosotros a día de hoy.

Solo me queda agradecer a todos los que han hecho posible que mañana pueda decir que he cruzado el Atlántico y sobretodo agradecer a mis compañeros, ya convertidos en amigos por el trato recibido y por el tiempo vivido.

Lo conseguimos.

Pedro Domínguez

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