La experiencia vivida a bordo de la nao victoria es muy gratificante en muchos aspectos, ya que se puede formar parte de la tripulación de un barco como lo es la Victoria, el cual
representa uno de los mayores logros de la marina española.
Además, te brinda la oportunidad de aprender cómo navegaban hace quinientos años con las velas cuadras y su funcionamiento, el cual es completamente diferente a las velas actuales.
Por otro lado, como tripulante del barco también formas parte de las guardias de navegación, lo cual hace que aprendas aspectos de la misma, que en un futuro servirán para incrementar los conocimientos náuticos que todo marino profesional debe poseer.
Esto es posible ya que el capitán Manuel Crespo delega las funciones de oficial en los voluntarios más experimentados y le pone al mando de la guardia y estos a su vez respetarán las indicaciones de los jefes de guardia designados. Aunque el barco no cuenta con oficiales, el capitán es el encargado de dirigir el buque junto con le contramaestre.
A bordo normalmente somos 12 tripulantes, la mayoría alumnos de puente, los cuales tenemos que convivir en un barco tan pequeño, lo cual al ser todos gente joven no es ningún problema, ya que a bordo cualquier tripulante nuevo que venga se va a sentir como en casa desde primer día. Por mi parte este es el segundo embarque en la Nao Victoria, ya que uno se siente a gusto a bordo y aprende cosas que no se ven en otros barcos y que pueden ser útiles para el día de mañana, como trabajar con madera y los
correspondientes cuidados que supone y también los conocimientos que se adquieren de la sala de máquinas, al realizar los correspondientes chequeos.