Después de una breve estancia en el Grau para el festival Escala a Castellón, la cual aproveché para ir a casa y estar con la familia, soltamos amarras y comenzamos lo que para muchos será la navegación más larga hasta el momento.

Cómo en cada nueva navegación, nuestras guardias varían, así como nuestras funciones. En esta ocasión estoy en la guardia del capitán, es decir de 8 a 12am y 8 a 12 pm , estando al cargo, entre otras, de preparar la comida y recoger la cena.

El primer día tuvimos una navegación relajada, pudiendo disfrutar del sol y el buen tiempo. A la altura de Cartagena el viento se puso a nuestro favor y nos permitió abrir velas. Un momento muy clave fue poder observar el punto más alto de la península Ibérica desde el mar, el Mulhacen.
En la mañana del tercer día realizamos un ejercicio de hombre al agua y unas

horas más tarde al cruzar el Estrecho de Gibraltar recibimos un relay de hombre al agua que nos recuerda el constante peligro que atañen los mares. Ver cómo se esconde el sol cada tarde y poco rato después, poder contemplar el cielo lleno de estrellas.

Después de refugiarnos en Coruña 3 días volvemos al océano rumbo norte, desde el primer momento hasta pasados dos días nos acompaña un mar de fondo violento que hace que la rutina de convierta en hacer guardia y dormir.

Después de la tempestad siempre llega la calma, y una vez cruzado el golfo de Vizcaya volvemos a la vida normal del barco, leyendo, jugando a las cartas y socializando con los compañeros.

Con el paso de las noches profundizamos en nuestros conocimientos de astronomía, y así en noches despejadas podemos seguir el rumbo guiándonos gracias a las estrellas.