Hace ya 2 meses desde que embarqué en El Galeón. Aún recuerdo el primer momento en que vi el barco en Huelva y tras todo ese tiempo y habiendo pasado ya por ocho puertos, no ha perdido el carácter imponente que lo acompaña. Con el paso del tiempo he podido apreciar que esa proyección nace del interior de un barco tan particular, soportado y trabajado por cada uno de los tripulantes que configuran un mundo tan peculiar.

Este barco supone una plataforma de desarrollo sin igual. En él coincidimos gente de todas partes de España e incluso de Europa con un mismo objetivo: aprender y mejorar. Desde aquellos que buscamos la dedicación profesional a la náutica y al mar, pasando por los que ni siquiera tienen relación con esa dedicación o proyección, en El Galeón la premisa es que todos tienen algo que enseñar y aprender de los demás. Desde el minuto 1 la tripulación integra a todos los miembros para formar una cadena. Cada
uno de sus eslabones aporta al barco y a su misión lo mejor de sí mismo, reflejándose en el trabajo diario y en los resultados día a día, milla a milla y puerto a puerto.

Es una premisa histórica en el mar que el marino viejo enseña al nuevo, siendo la veteranía más que un grado. Aquí no es menos. Las guardias son una constante de tareas, enseñanza, aprendizaje y vivencia. Desde el mantenimiento del barco al estudio de la navegación o desde el conocimiento de la Historia que aquí se representa hasta el desarrollo personal en tareas tan banales como la convivencia o la cocina, las guardias pasan en una constante de desarrollo tanto para el conjunto de la tripulación como para
lo personal de cada uno de sus integrantes.

Las tareas se contrarrestan con esos ratos libres que te permiten poder dedicarte al descanso, el estudio o la mera diversión, tanto en navegación como en puerto. En este último caso hay que añadir un aliciente: el viajar.

Uno de los aspectos más relevantes reside en la oportunidad de conocer mundo gracias a navegar en este tipo de barco. Muchos marinos conocemos mundo de forma distinta, pero El Galeón te ofrece la oportunidad de desembarcar fuera de tus guardias para visitar tanto los puertos de recalada como las áreas cercanas a ella. El aspecto cultural que emana de la propia misión de la Fundación Nao Victoria y sus barcos, se extiende en la medida en que sus tripulantes acuden al contacto de las sociedades y
culturas de lugares de toda Europa y América, o aquellos sitios que visitan.

Frente a otros modelos más cerrados, el embarque en El Galeón siempre da pie a que los tripulantes tengamos versatilidad para disfrutar de los lugares y personas que visitamos, recompensando de alguna manera el trabajo puesto sobre el barco.

Es imposible no pensar que no es oro todo lo que reluce, refiriéndonos aquí a algo normal en cualquier micro-mundo: la convivencia. Y es que es inevitable que no haya roces o tensión entre las 20-30 personas que normalmente conviven entre las mismas cuadernas y bajo las mismas cubiertas durante tantas semanas. A pesar de esto no deja de sorprender el hecho de que en los momentos clave, en la maniobra y trabajo diario, todo el conjunto funciona como lo que no deja de ser en ningún momento: una familia.

El Galeón representa por lo tanto algo más que un barco histórico con un objetivo divulgativo y formativo. El Galeón representa cada uno de los valores y funciones que durante siglos han caracterizado a las gentes de mar de todo el mundo: unidad, fuerza y dedicación.

Integrado en la mecánica del barco y sabiéndose parte del mismo desde los primeros momentos, es muy fácil poder cumplir con el objetivo que se le entiende:

Divulgar la Historia y la cultura marítima española por todos los puertos a los que arribemos. Así, a estos dos primeros meses de navegación y crecimiento se le sumarán otros tantos en el futuro, no me cabe duda. Muchos más mantenimientos, mucho más aprendizaje y perfeccionamiento, mucha más divulgación y contacto con públicos de Europa y el mundo. Siempre con ganas de dar al barco lo mejor y ayudar en sus objetivos. Y cuando vuelvas a casa, te llevas en el petate la mejor de las experiencias
para aplicar en tu trabajo, en otros embarques y en tu día a día personal. No cabe duda que es un lugar al que volver, siendo una casa más allá de lo que representa.