Ahora sí, ahora empezamos a creérnoslo. Estamos cruzando el Atlántico en la Nao Santa María, la Nao que tanto trabajo, dolores de cabeza y alegrías nos ha dado. Nuestra casa de madera.
Llevamos algo más de mil millas recorridas desde que zarpamos del puerto de Mazagón, y aun tenemos por delante otras dos mil trescientas antes de llegar a Puerto Rico. Dos mil trescientas millas de batallas con el océano, que nunca se harta de mostrarnos su inmensidad y la perpetuidad de su balanceo, al que nos hemos adaptado con sorprendente sencillez en esta singladura. Se ve que el  bueno de Neptuno no ha querido ser demasiado severo con nosotros por el momento.
Dedicamos gran parte de nuestro tiempo a bordo a los cuidados que La Santa precisa, y el resto, a la pesca, la lectura o la simple charla entre compañeros de tripulación. Cualquier cosa cotidiana deja de serlo por el simple hecho de estar haciéndola en este barco, y la hermandad que va fraguándose entre los compañeros de aventura empieza a hacerse notable entre muchos de nosotros.
Nuestro Capitán, nos dijo justo después de haber zarpado de la Isla de la Gomera, que este viaje iba a ser un antes y un después para muchos de nosotros, y todos estamos seguros de ello. No tengo idea de que aspectos cambiarán en nosotros, pero sí sé, o al menos apuesto por ello, que esos cambios serán para mejor, que seremos personas más grandes  y más fuertes cuando este peregrinar náutico que nos ocupa haya concluido.
También hay tiempo, o al menos lo hay para servidor, de recordar a los seres queridos y a la Madre, que a buen seguro me lleva en la mente como las de mis compañeros los llevaran a ellos. Por cierto, mañana es el cumpleaños de la mía, así que: ¡Muchas Felicidades Mamá!, un abrazo enorme de tu hijo, que está con sus hermanos cruzando un océano a bordo de la preciosa Santa María.
Latitud: 21º 25,8’ N
Longitud: 020º:52,9’W
Rumbo: 230º
          Fran Arana