Hoy, 1 de diciembre, los Alisios siguen empujándonos y la mar continúa en una relativa calma. De las travesías en el Atlántico que hemos tenido hasta ahora ésta es sin duda la más placentera de todas. Además, los 20º de temperatura que nos vienen acompañando hacen que la vida a bordo sea bastante agradable.
A cinco días de nuestra salida desde La Gomera ya hemos tenido tiempo de adaptarnos a los horarios de nuestras guardias y de combinarlas con el tiempo libre de que disponemos. La navegación es como entrar en bucle en una rutina donde todos los días pueden parecer iguales, sin embargo no es así. A pesar de estar en el mismo escenario, con los mismos actores y mismo decorado la función es diferente cada día. De vez de cuando se cuelan figurantes y actores de reparto que alteran el guión. El jueves vinieron a visitarnos una manada de unos cuarenta delfines y nos siguieron un buen rato. La mayoría de nosotros no habíamos visto nunca tantos juntos. Los peces voladores se dejan ver de vez en cuando así como algún ave perdida que vuela a lo lejos. Las que no se deciden a hacer su cameo todavía son las ballenas, como en una buena película se hacen esperar.
Hay una escena que se repite cada día a las seis de la tarde: algunos de nosotros solemos encontrarnos en la cubierta principal para ver el atardecer, una especie de ritual no escrito que seguimos cada día. El de ayer fue una decepción, estaba completamente nublado y no pudimos ver nada. Pero para vistas las que tuve ayer desde la verga mayor. Tuve que subir a dar grasa de caballo a unos cueros y me quedé tumbado sobre la vela mayor un rato. Cuando está bien hinchada es el mejor lugar para disfrutar del paisaje que te rodea.
Ahora empieza la guardia de 12.00 a 16.00, la guardia en la que estoy junto a Charly, Majo, Juanjo y Juan. Un buen equipo que hace que nuestras horas de vigía del barco pasen tan rápidas como los once nudos de viento que nos empujan en este momento. ¡Que siga así!
Latitud: 18º 52,52’ N
Longitud: 025º:08,99’ W
Rumbo: 245º
José García Esteve