¿La realización de un sueño de niño ? Sí, por supuesto: subir al galeón como un marinero del siglo XVI, levantar la vista hacia las velas, hacia lo alto, sentir el peso y la severidad elegante de los cabos, oler el mar, el mar infinito, oír la madera, creerse en una travesía de dos meses e imaginar la angustia de la tripulación al ver los víveres disminuir, sentir el ritmo largo y profundo de las olas bajo los cuerpos…  Sí, eso lo vives, lo realizas, vivir durante unas horas, unos días, en una época ya lejana.

Pero lo que se vive también, lo que más me emocionó, es la España del Siglo XXI : una España joven, entusiasta, solidaria, acogedora, disciplinada, curiosa, generosa, viajera, viva. Para quien conoce España, es un placer volver a presenciar aquí la humanidad calurosa de la tripulación, los gritos del capitán. Para quien no conoce España, es la ocasión de entrar en ella, de ser parte de ella.

« ¡Yo quiero sangre, coño ! »

Cathie Kerdoncuff, travesía del 11 de julio, de Fécamp a Honfleur.