Después de un par de días de viaje por carretera desde Gijón, veía a lo lejos los mástiles del Galeón.  Enseguida me hicieron un tour dentro del imponente barco que pasaría a ser mi casa los próximos meses. Tras unos días adaptándome a mi nuevo hogar, los siguientes transcurren rápido entre un aprendizaje constante y una actividad que no cesa tanto de mantenimiento como de cara al público.

Compañeros que han venido aquí por diversos motivos hacen que te sientas arropado y como en casa, sobre todo en esos primeros días en lo que todo es nuevo.

Cuando llega el esperado día de soltar amarras la actividad no cesa y bajamos el Loira hacia el Atlántico Norte.

Dos días de navegación muy tranquila en el que también se llevan a cabo muchas actividades, desde guardias al timón hasta mantenimiento o enseñar a los trainees la historia y funcionamiento del barco.  Es una vida diferente que todo el mundo debería probar. Nada como la sensación de estar con tu nueva familia viajando por el mundo empujado por el viento y las olas.